El estrés de la pandemia: ¿una reacción normal al momento actual?

El estrés de la pandemia: ¿una reacción normal al momento actual?

Mtra. Claudia Juárez Batista

A lo largo de estos meses en los que la pandemia por el Covid19 ha significado un cambio radical en nuestra forma de vivir, la mayor parte de las personas han experimentado momentos de tensión, incertidumbre o angustia.

La respuesta de estrés, como parte de nuestros mecanismos de supervivencia heredados de nuestros antepasados, nos permite adaptarnos a la situación, ya sea enfrentándola o intentando huir de ella. A esto se le conoce como respuesta de lucha o huida.

El estrés puede significar noches sin dormir, malestares estomacales, irritabilidad o dificultad para pensar en otra cosa que no sea la situación actual. La sobreinformación que se da a través de los medios de comunicación y redes sociales también puede contribuir a elevar los niveles de estrés y ansiedad en las personas.

Dentro de las causas de estrés actualmente están además de los cambios experimentados en nuestra forma de vida, como el confinamiento o la necesidad de extremar las medidas para prevenir los contagios, las pérdidas, tanto humanas como materiales -pérdida de seres queridos, convalecencia larga, pérdida de empleos, negocios, etc.-, el distanciamiento de nuestros seres queridos, el tiempo que pasamos en redes sociales, las reuniones por Zoom, entre otros.

Debido a la dificultad que han enfrentado los gobiernos e instituciones para contener la pandemia, y al prolongamiento de este estado de estrés, hoy podemos hablar de un estrés crónico, con las consecuencias que este tiene. Aunque el estrés es una respuesta normal y esperada ante una situación que amenaza nuestra vida, cuando este se prolonga en el tiempo o se cronifica, puede derivar en importantes afectaciones a la salud. Por ejemplo, una tensión muscular prolongada puede derivar en alteraciones del sistema musculo esquelético y provocar dolor; los niveles elevados de la frecuencia cardiaca o taquicardia pueden generar en el largo plazo alteraciones cardiacas o el incremento de la presión arterial sostenida en una hipertensión.

Desde luego, es necesario que se combinen otros elementos como son la predisposición genética, el estilo de vida, entre otros. No obstante, es conveniente poner ojo a nuestro estrés para evitar complicaciones. Es imposible no vivir estrés en estos tiempos, por lo que más allá de eliminar el estrés de nuestras vidas, lo importante es aprender a manejarlo. Algunas recomendaciones para el manejo del estrés son las siguientes:

  • Aprender técnicas de relajación: como dijimos anteriormente, el estrés es una respuesta que nos permite adaptarnos y sobrevivir, pero también es importante darle a nuestro organismo un descanso. Aprender a relajarnos es fundamental para lograr el equilibrio entre el sistema simpático, que nos prepara para el combate y el parasimpático, que nos permite desacelerar y recuperarnos. Algunas prácticas que podemos incorporar a nuestro día a día son:
    • Atención plena o Mindfulness. Significa ser consciente cada momento de los pensamientos, sentimientos, sensaciones corporales y el ambiente que nos rodea. La Meditación basada en la atención plena, además de una forma efectiva de reducir el estrés, puede incrementar la capacidad de atención o foco y estimular la creatividad
    • Relajación muscular progresiva: como su nombre lo indica, consiste en relajar los músculos de manera progresiva o secuencial. Esta actividad nos permite liberar la tensión acumulada y reducir la probabilidad de sufrir dolor
    • Respiración diafragmática: la respiración, y en particular la respiración diafragmática, resulta ser de gran utilidad para relajarnos. Al activar el diafragma, expandimos la capacidad de nuestros pulmones lo cual resulta en una respiración más profunda. Este tipo de respiración reduce la sobreactivación o arousal y promueve la relajación por medio de la activación del sistema parasimpático
  • Procurar un estilo de vidasaludable: los buenos hábitos no solo contribuyen importantemente a mantener un buen estado de salud, sino que también se considera un factor de protección contra el estrés. Entre ellos, la práctica regular de ejercicio, una buena alimentación, sueño y descanso, permiten a nuestro organismo recuperarse del desgaste diario.
    • En particular, la higiene de sueño ayuda a nuestro cuerpo y a nuestra mente realizar las funciones de reparación necesarias para un buen funcionamiento
  • Aprender técnicas para controlar nuestros pensamientos. En estos momentos, debido a la situación, nuestros pensamientos pueden tornarse negativos o incluso catastróficos. Para controlarlos, técnicas como la desensibilización sistemática, la visualización o la restructuración cognitiva pueden ser de gran ayuda. En este punto, es conveniente consultar a un especialista que pueda guiar y monitorear el uso de éstas.

Por último, tomarnos un descanso de las redes sociales y poner límites al tiempo que pasamos frente a la computadora y los dispositivos móviles, puede ayudar a reducir el tecnoestrés tan común en estos tiempos.

 

Referencia: Juarez, C (2019) Todo lo que querías saber sobre el estrés de la A a la Z. México: Manual Moderno